DESCRIPCIÓN
Las callosidades son trastornos que aparecen en ciertas zonas de la piel, y que se van haciendo más gruesas y duras, generalmente en zonas sometidas a rozamientos y traumatismos repetidos, como sucede en la planta y caras laterales de los pies, en contacto con los zapatos. Algunas veces el engrosamiento y endurecimiento de la piel conocido técnicamente como hiperqueratosis, adquiere una forma más dura, en forma de cono doloroso y se localizan en las articulaciones de los dedos de los pies o entre los mismos.
Su frecuencia hace que sean extremadamente conocidos por la población general, constituyendo un problema que afecta crónicamente a muchas personas que necesitan ir periódicamente al podólogo.
También se pueden observar en las manos, especialmente los trabajadores manuales, que provocan con las herramientas rozamientos y presiones continuas sobre determinadas zonas de la cara palmar de las manos.
El síntoma más común de los callos y de las callosidades es la presentación de una piel gruesa, dura, que a veces puede ser dolorosas o muy sensible a la presión, especialmente al ponerse zapatos muy ajustados o caminar excesivamente sin un calzado adecuado.
El pronóstico de estos problemas es siempre benigno, si bien en la mayoría de los casos el problema sigue al paciente durante toda la vida, especialmente cuando no se corrige la causa que los provocan. Las complicaciones son excepcionales.
TRATAMIENTO
La curación completa de los callos y de las callosidades es difícil si no se corrigen las causas mecánicas que lo origina, por tanto, para el control de este problema se puede hablar de un tratamiento paliativo para disminuir las molestias y reducir el grosor y el tamaño del endurecimiento de la piel, y en segundo lugar del tratamiento concreto de la causa que origina el problema.
Para disminuir la presión y el roce sobre la superficie del callo, es importante utilizar zapatos amplios, blandos, preferiblemente de cordones para que ajusten bien al empeine del pie, y que sean holgados, lo que se puede conseguir comprando un número mayor al que habitualmente corresponda. Es conveniente que el zapato sea de punta ancha para que el pie se encuentre desahogado dentro y, a veces, resulta útil la utilización de almohadillas, anillos o parches protectores que se pueden conseguir de forma y tamaños variables, de forma que disminuya la presión y el roce sobre las zonas más castigadas. A veces es conveniente utilizar plantillas ortopédicas colocadas en el zapato para cambiar la mecánica del pie al caminar. El examen del pie por un ortopeda resulta conveniente en muchos casos.
CUIDADOS
Hay que utilizar un calzado adecuado, amplio y flexible. La corrección de las alteraciones anatómicas del pie por un especialista son la mejor manera de prevenir estos problemas tan frecuentes y molestos.
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